Miguel Vallenilla – Inició en el fútbol a los doce años de edad en la escuela Enmanuel FC, y cinco años después tendría la responsabilidad de defender la zaga central de Venezuela en el mundial femenino Sub-17 de Costa Rica. Hablamos de Barbara Serrano, quien disputó seis encuentros de la competencia, siendo fundamental para resguardar el arco “Vinotinto”.
“Para mí fue un orgullo muy grande”, expresó Barbara, quien le agradeció “al profesor Nino, y al profesor Kenneth Zseremeta por tanta insistencia, luego de llamarme tan mala conducta”, agregó entre risas. Ella considera que esta oportunidad le concedió “la posibilidad de representar a mi país, al equipo de la Universidad (UCV) y a los chamos de la escuela de Enmanuel FC”.
Cuando Barbara llegaba al Aeropuerto Internacional de Maiquetía, le invadió la alegría al observar a lo lejos una pancarta referida a ella. Así mismo la esperaba su madre, quien ha sido fuerte inspiración en su joven carrera. “El fútbol es para divertirse, sencillamente eso”, expresó cuando le consultábamos sobre esa picardía que derrochaba en su rostro en cada juego, sea por hacer una falta, o lograr disputar un balón con éxito.
Portó la camiseta 4, y lucho cada encuentro. Tras la derrota ante Japón se le observó salir con lágrimas, aunque posteriormente se sintió identificada con el titular de Grada Digital: “Llorar también es de hérores”, por tal motivo asegura que “como Dios me enseñó a caer, mi familia me enseñó a levantarme. Lo primero que hice fue llamar a mi mamá, le dije que estaba triste, sentía que no habíamos cumplido el objetivo”, pero resaltó que “mi llorar no era de tristeza sino de impotencia, pensé que podíamos haber llegado a más, pero como dice el profesor Kenneth, es una cultura mayor a nosotras y sin embargo dimos todo lo que pudimos”.
Barbara disputó el sudamericano en el que finalizó campeona, con su cabello suelto. Camino al Mundial, y en plena competencia, fue identificada con el cabello recogido, por lo que comenta que sus compañeras “me chalequean, y ahora me dicen moñito”, igualmente ellas “me dicen que se sienten orgullosas de mi”. Con su sonrisa en el rostro, recuerda las fotografías que le hacían llegar sus amistades y miembros del equipo. “Se hicieron una foto con los moñitos, y la subían al Instagram, desde la profesora, fisioterapeuta, y yo lo que hice fue morirme de la risa”.
En el futuro de inmediato está reencontrarse con sus amistades y familiares, pero en el fútbol “ojalá venga cosas buenas, no solo para mí sino para todas mis compañeras”. Cuando se le preguntó si creía posible que Venezuela disputara un Mundial de mayores, no tuvo dudas en finalizar que “con el profesor Zseremeta sí. Posiblemente sí”.