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Olimpia vive un buen presente de cara a la gran final

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(AP) ASUNCION, Paraguay — Agobiado por deudas millonarias y sumergido en las aguas del olvido desde que en 2002 conquistó su tercera Copa Libertadores, Olimpia salió a flote recuperando la sonrisa de la mano de un ídolo del club, su ex portero y hoy entrenador Ever Almeida, que ha dado sobradas muestras de su cariño por la institución.

Almeida asumió las riendas del equipo en plena crisis económica y a pesar de que Olimpia no le había pagado 140.000 dólares que le adeudaba. El técnico llevó a juicio al club tras su despido en el 2009 y lo ganó. Pero el club no tiene dinero para pagarle.

A pesar de ello, decidió aportar su granito de arena para sacar adelante a la institución, que tiene una deuda de 20 millones de dólares.

«No quiero entrar en controversias con el club por la deuda porque en estos momentos lo importante es concentrarse en los dos partidos finales para ganarlos porque el pueblo olimpista exige éxitos», dijo Almeida, de 65 años, nacido en Salto, Uruguay, pero nacionalizado paraguayo en 1973.

Olimpia enfrenta numerosos juicios para cobrar deudas impagas.

«Para cualquier equipo (20 millones de dólares) es mucho dinero, pero el club irá pagando los compromisos asumidos por otras administraciones», explicó Oscar Carísimo, encargado del despacho de la presidencia ante la renuncia, a comienzos de este año del presidente Marcelo Recanate.

El cuadro olimpista es un viejo animador de la Libertadores. Conquistó los títulos de 1979, 1990 y 2002 -dos de ellos con Almeida en el arco- y además perdió tres finales, la de 1960 ante Peñarol, la de 1989 frente al Atlético Nacional de Colombia y la de 1991 contra Colo Colo de Chile.

«Desde 2002, cuando fuimos campeones ante Sao Caetano, de Brasil, no hemos podido disputar otra final de la Copa Libertadores. En estos momentos, gracias a Almeida, quien hizo renunciamientos, armó un plantel corto por falta de presupuesto, sin grandes estrellas pero aun así, con humildad, paso a paso fuimos avanzando», acotó el dirigente.

El entrenador, que en 2001 dirigió al Municipal de la primera división de Guatemala, y entre 2010 y 2011 se hizo cargo del seleccionado de ese país centroamericano, resolvió retornar a Paraguay el año pasado porque «me sedujo la posibilidad de disputar la Copa Libertadores, torneo que jugué durante 17 años, siempre con Olimpia».

«El mérito de este plantel es la sed de gloria que posee», comentó, añadiendo que cuando un futbolista «es contratado por Olimpia sabe que hay una hinchada orgullosa de su pasado por las grandes conquistas, entonces no hay motivos para ingresar a la cancha con desánimo».

Admitió que «haber disputado finales me dio la visión de cómo hay que enfrentarlas. No me creo un experto, pero algún conocimiento tengo para preparar al equipo, como cuando jugamos la semana pasada en Bogotá frente a Independiente Santa Fe. La ventaja de 2-0 que sacamos de local, la supimos mantener para pasar a la final».

Almeida se negó a destacar las individualidades «porque este es un equipo: el que entra se acopla rápido y juega como si siempre hubiese sido titular».

En la actualidad, como hecho peculiar, Almeida cuenta como ayudante a una persona de su absoluta confianza: su hijo Iván, de 38 años.

El partido de ida se cumplirá el miércoles en Asunción y la revancha el 24 de julio en Belo Horizonte, estado de Minas Gerais.

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