EFE – Desde su llegada al banquillo Marcelo Gallardo rescató para el Ríver Plate la relevancia internacional que había perdido.
Con su estilo de conducción sobrio y frontal, “El Muñeco” le permitió a River Plate ganar la pasada Copa Sudamericana, la Recopa continental y, ahora, acceder a una final de Copa Libertadores después de 19 años de abstinencia.
«Los partidos hay que jugarlos. Hay que ser fiel a una propuesta de la que estén convencidos tanto los jugadores como el cuerpo técnico. Y más allá de ganar o perder, hay que alimentar esta idea», enfatizó Gallardo.
Como hijo pródigo de la cantera riverplatense, “Napoleón”, como lo han bautizado por su liderazgo como entrenador, volvió a la institución de sus amores tras de la abrupta salida de Ramón Díaz con la conquista del título local en el primer semestre de 2014.
De la mano del presidente Rodolfo D’Onofrio y como una de las primeras apuestas del secretario técnico Enzo Francescoli, Gallardo llegó al equipo con sólo 38 años y luego de una primera experiencia en el Nacional uruguayo, en la que logró el título en 2012.
«El conocer la cultura de este club me hace sentir y saber que hay un lindo camino por recorrer. Me siento con mucha energía», afirmó Gallardo al asumir el cargo.
Con una buena actuación en el torneo local, donde fue segundo detrás del Racing Club, ‘”El Muñeco” obtuvo la Copa Sudamericana y cortó una sequía de 17 años sin trofeos internacionales en las vitrinas del estadio Monumental.
Además del título, Gallardo logró en semifinales una histórica eliminación ante Boca Juniors, lo que le permitió tener sus primeras ovaciones por parte de los exigentes simpatizantes riverplatenses.
«Fue difícil. Pasaron muchas cosas en este semestre. Doy gracias a los jugadores porque interpretaron cómo había que jugar. Hicieron un gran esfuerzo. Fueron muy solidarios. Se brindaron por sobre todas las cosas», declaró tras la conquista antes de romper en llanto con el recuerdo de su madre, recientemente fallecida.
Y para este primer semestre, tras ganar la Recopa Sudamericana ante San Lorenzo, aceptó un desafío aún mayor: intentar ganar la tercera Copa Libertadores para River, esa que se le niega desde 1996 cuando el propio “Muñeco” festejó como jugador.
«Los jugadores tienen la oportunidad de quedar en la historia del club», expresó Gallardo en la antesala de la final de la Copa Libertadores, ese mismo título que podría coronar la idolatría del pueblo “millonario” hacia su nuevo prócer.