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MaM | Cavalleri, un argentino de corazón vinotinto

Mariann García – Su nacionalidad dice que es argentino, pero el amor por Venezuela hace que Ángel Raúl Cavalleri quiera este país como si fuese el suyo. Nació un 20 de marzo de 1953 en la ciudad de Rosario (foto derecha), Argentina. Llegó a tierras larenses en 1977 para jugar con el Barquisimeto FC, y desde entonces,  para bien o para mal, gran parte del camino de su vida lo ha recorrido en este, nuestro suelo “vinotinto”.

Te invitamos a que desde esta Grada puedas conocer al hombre que ha entregado treinta y cuatros años de su vida al fútbol venezolano. Un mano a mano que deja al descubierto sus historias, triunfos, reveses, cábalas y sueños.

Sus comienzos como jugador
Ya ni me acuerdo, son tantos años, comencé en un equipo argentino, Morning Star, de donde salía la mayoría de los jugadores hacia los equipos grandes del fútbol argentino. En el año 1969 me buscó el San Lorenzo de Almagro, estuve como dos o tres meses, no me acostumbré. Era la primera vez que salía de mi casa, donde lo tenía todo, y llegar a una pensión, por más que el fútbol era mi pasión, me fue muy duro. Tenía algunos amigos del barrio que estaban en Gimnasia y Esgrima de la Plata, así que al otro año me fui a la Plata y comencé la carrera. Como muchacho equivocado, a los 17 años viene el Wilstermann de Bolivia a querer llevarse a dos jugadores de primera división y nosotros estábamos con edad de tercera división y no pudieron hacer la negociación. Vieron un partido y me llevaron a mí, yo equivocadamente acepté, era la primera vez que veía el dinero y me apresuré y me fui.

Hice tres años, una buena campaña en Bolivia y me quise devolver. Al no poder hacerlo me escapé y me suspendieron dos años por FIFA. Habiendo cumplido un año, seguimos peleando en el agremiado y salió la posibilidad de venirme a Venezuela en el año 77, con jugadores importantes de la primera división de Argentina. Aquí comenzó mi historia. Llegué a Lara, a un equipo que se llamaba Barquisimeto Fútbol Club y no me quedó otra que empezar a jugar en este fútbol porque no se había cumplido los meses de FIFA.

¿Por qué fue un error?
Porque yo ya había ido a jugar partidos con el equipo principal de Gimnasia y era muy joven para salir. La locura de agarrar un dinero y comprarme mi primer auto fue lo que más me gustó y me fui a Bolivia. Hay que esperar el momento.

¿Cómo se describe en la cancha?
Yo era un mediocampista que prácticamente jugaba mucho más para el equipo que para mí. Yo tenía compañeros que me miraban en la semana, veían que era un jugador hábil y no lo demostraba en la cancha porque me preocupaba por correr, meter en base al equipo. Eso me ayudó a entender que el fútbol es un juego colectivo y no individual. Yo pienso que fui buen jugador, pero desgraciadamente me apuré y tuve que venirme a terminar mi carrera en Venezuela, que no era un fútbol importante.

¿Cómo fue la adaptación en Venezuela cuando llegó?
Recuerdo que me escapé también. Llegué a Barquisimeto, nos empezaron a tratar bien de entrada, después nos dejaron de pagar y habíamos clasificado para un hexagonal. Cuando clasificamos, con lo mejor por venir, un día hice la valija sin que nadie supiera y me fui de Barquisimeto. Dije: nunca más, no sé por qué vine a este país. Me subí en el avión y pensé: yo estoy loco, ¿cómo se me puede haber ocurrido?. Parecía que había salido de una cárcel y me abrieron las puertas de la libertad, me fui contento. Cuando llegué a Argentina, creyendo que mi pase estaba liberado, me encontré con la respuesta de que todavía faltaban unos meses. A pesar de lo que había hecho, me vuelven a llamar de Lara porque había tenido una buena campaña. Ahí decidí que quizá Venezuela no era tan fea, me casé, me vine y armé una familia acá. Es el país que adoro y que lo quiero, yo creo que más que al mío.

El paso de jugador a técnico
Yo era muy loco, fui una persona que siempre dije: se cierra una puerta y se abre un portón. Nunca le paré a nada, nunca quise ser técnico, pero me lesioné fuertemente de la columna, quedé postrado casi tres meses sin caminar y el presidente y el técnico, que me querían, me decían que no me preocupara, que ellos ponían todos los médicos a mi disposición y cuando mejorara iba a ser asistente del técnico. En ese momento se me cruzaban muchas cosas por la cabeza, pero cuando me recuperé empecé a trabajar como asistente, creo que fue por tres o cuatro meses. El técnico se fue y quedé yo, ahí empieza una carrera no buscada. Yo a veces decía que me gustaban otras cosas, pero hasta el día de hoy mira donde estoy.

¿A qué jugador recuerda de su época que lo haya maravillado?
En la época que llegué yo había catorce brasileños y yo era el único argentino. Jugadores criollos eran pocos y los buenos en esos tiempos eran los porteros. Si había algún jugador bueno, lo metíamos de lateral derecho.

Recuerdo buenos compañeros y un centro delantero goleador venezolano, Iván «Tiburón» García, ya fallecido. No me acuerdo mucho de mi época de jugador, como que la borré, porque fue una dinámica muy fuerte la de técnico. Al poco tiempo agarro una serie de muchachos muy jóvenes, vamos a primera división con el Lara y a los seis meses me busca Minervén.

Minervén, equipo comandado por Cavalleri en la Libertadores. Acá ante San Lorenzo en Argentina

Minervén, excelentes recuerdos y gran equipo que armó Raúl
La historia de Minervén tiene particulares terribles de Cavalleri. Estoy en Barquisimeto, me quiere contratar Minervén, ellos venían de ser campeones en segunda y me iba agarrar en primera división. Me llama por teléfono Carlos Delgado, un presidente al cual considero uno de los que más sabía de fútbol en este país, para ofrecerme el equipo. Me contrata y me empiezo a encontrar que ni sabía dónde quedaba el Callao. Me dicen que quedaba a media hora de Puerto Ordáz y cuando llego me estaban esperando con un cartelito para llevarme al Callao. A mitad del viaje llamé a Barquisimeto y les dije que se quedaran tranquilos que me devolvía a Lara, renuncié.

Me habían mentido, la verdad que me puso billete y le dije que no. Me pidió que pensara qué podíamos hacer y entre los dos pensamos que la única manera era jugar en Puerto Ordáz, que Mineros nos diera permiso y era la única manera que yo podía aceptar agarrar a Minervén.

Me encontré en segunda a un chico como Tortolero, fuimos a jugar a Turén y nos trajimos a Angelucci. “Chita” llegó al equipo en el 95-96 cuando fuimos campeones y jugamos Copa Libertadores contra River y San Lorenzo. En ese momento yo tenía un equipazo, tenía la base de la selección mayor y toda la base de la sub 23 famosa que fue a Mar de Plata: Félix Hernández, Castellín, trajimos a grandes jugadores. Ese equipo después se desarmó y se regó de jugadores. Adonde fueron ellos, los equipos quedaron campeones.

Ojo clínico para escoger al jugador
Cuando yo armo ese Minervén, que sí tenía dinero para contratar, los jugadores no querían ir a ese equipo. Ellos decían que cómo iban a ir a un equipo que acababa de subir a primera. Ahí tuvimos el ojo clínico para traernos a los Angelucci, Edson Tortolero y armar un equipo que fue el mejor de la década.

Copa Libertadores con Minervén
Nosotros fuimos un espectáculo en los partidos que se jugaron en Puerto Ordáz. Yo recuerdo que empatamos 2-2 con San Lorenzo, eso fue una fiesta, y River nos hizo gol en el último minuto. Los cambios de River fueron Crespo y Gallardo, imagínate los equipazos que tenían. Minervén se paseó por toda América dejando muy en grande el fútbol venezolano. Eran equipos que hacían una diferencia en el fútbol nacional y estaban como para jugar a nivel internacional.

Minervén, el equipo a vencer en su momento
Los equipos nos aguantaban hasta el minuto treinta del segundo tiempo, después le metíamos de tres y de cuatro. Los equipos podían tener buenos jugadores, pero no estaban preparados para aguantar el calor de Puerto Ordáz y lo que era el Cachamay. Yo me acuerdo grandes goleadas, goleamos a todos los equipos. Equipos grandes como Táchira o Marítimo, Minervén era lo mejor de esa década.

Campeón con Táchira, pasa a Italchaco y le gana la estrella a su ex equipo
Es un récord Sudamericano haber conseguido los tres títulos en un año. Lo que pasa es que es muy difícil que haya un técnico en Sudamérica que se pase seis meses en un equipo, sea campeón, se vaya, agarre otro equipo y también salga campeón. Eso solo pasa en Venezuela, muy difícil que saliendo campeón en un equipo tú te vayas agarrar a otro equipo porque generalmente tienen contrato por un año. A mí me pasó eso, no nos pudo pagar Táchira, me fui yo y me lleve a doce jugadores, casi una base importante de Táchira y salimos campeón con Italchacao.

Sus campeonatos ganados
Los campeonatos no se ganaban por lo táctico sino por la forma de encararlos, como se preparaban esos campeonatos en ese momento y la facilidad de tener jugadores para hacerlo.

Minervén jugaba de una manera en el 96 y cuando yo voy a Táchira en el 98 tácticamente jugaba muy distinto al del Italchacao en el 99. En un semestre cambié el sistema debido a jugadores que me encontré en el Italchacao como Leo Jiménez (foto arriba), Aílton Da Silva que era extraordinario y Cristian Cásseres.

Había una manera clara de saber cómo se tenía que llegar, yo tenía claro cómo se podía llegar a ser campeón.

Cavalleri posa con el Italchacao campeón

¿Qué cree que pasó con el cambio de Italchacao, Deportivo Italia y Deportivo Petare, pues en los dos equipos donde estuvo tenían una respuesta masiva de la gente?
Depende mucho de los jugadores, el fútbol ha cambiado un poquitico, es más dinámico. Ya no se encuentran esos jugadores distintos, como antes teníamos a Stalin Rivas, Félix Hernández, ya no están saliendo con ese nivel. Yo confiaba mucho en Guerra (Alejandro), pero ha tenido muchas lesiones y es un jugador que me gusta mucho. Hoy los jugadores venezolanos enseguida salen al exterior, antes le costaban salir y veíamos un fútbol distinto.

Su jugador favorito en el fútbol venezolano
Félix Hernández (foto), ha sido un jugador distinto y extraordinario. Por ahí quizá no le daba la cabecita, pero era muy inteligente en la cancha.

¿Cree que han evolucionado los técnicos venezolanos?
La calidad de los técnicos ha dependido mucho de esa calidad de jugadores que teníamos antes. Si vemos a técnicos exitosos está “Chita” Sanvicente y Carlos Maldonado, fueron grandes jugadores. Yo enfrenté a Richard Páez y era un exquisito, un diez con mucha habilidad.

Se han preparado otros que no han sido jugadores con el éxito de los anteriores, y por ahí están César Farías y Saragó, que han demostrado que no hay que ser jugador para ser buen técnico.

Desde su punto de vista: ¿es mucho mejor ser jugador para luego ser técnico?
Yo soy un convencido de que tenés que ser jugador y pasar muchas cosas, pero se ha demostrado que hay técnicos que no lo han hecho y son exitosos. Ya me entrada duda, no sé si es tan necesario.

Enfrentar a técnicos que fueron sus alumnos
Yo los saludo y ni los miro, en la semana yo ni pienso que ellos van a estar en el banco. La verdad no me preocupo en demasía por el técnico que viene. Estudio al equipo y una vez habiendo hecho eso siempre me sirve saber el pensamiento. Le conozco el pensamiento a Carlos, conozco como piensa “Chita”, César, los que tienen nombre.

Prefiere jugar siempre contra equipos grandes que con pequeños
Yo prefiero jugar siempre contra equipos grandes porque conozco a los jugadores y sus características. Cuando me vino un Tucanes, yo estaba desesperado porque no tenía videos y cuando agarro la alineación me sale un poco de nombres que no conozco.  Cuando es así tengo que aguantar el primer tiempo para ver si puedo darle vuelta en el segundo.

¿Por qué cree que los técnicos venezolanos van a estudiar a Argentina?
Tiene las escuelas de técnicos más importantes, y aparte yo fui uno de los primeros que trajo preparadores físicos, traje a Pablo Fernández en el 98, él después trajo a Paladini y así se vinieron los preparadores físicos. Yo traje a Bazán a Mineros y después se queda con Farías.

Van allá porque hay muy buena escuela, se les abren las puertas de los equipos para ver los trabajos y aprenden algo. Aunque no es mirando que se aprende, esto es más profundo.

Hay muchas personas capacitadas para entrenar un equipo en la semana, el problema es ser estratega.

Su relación con César Farías
Es buena, desde sus comienzos como muchacho me buscó y cuando agarró la selección también me venía a visitar a Caracas, siempre conversábamos largas horas por teléfono, no discutiendo, pero sí hablando de fútbol. Somos amigos, aunque antes él se sacaba fotos conmigo y ahora con Mourinho. Tengo mucho respeto por César y quizá es uno de los técnicos más inteligentes de este fútbol.

¿Contrastes desde que llegó a este fútbol hasta estos momentos?
Antes había muy buenos jugadores y ahora también. Se mejoró a nivel de estructuras, cuando yo jugaba acá el mismo técnico era el que te daba la preparación física. Nada que ver las estructuras pasadas a las de ahora, se ha mejorado muchísimo.

Cavalleri el hombre de las cábalas
Hay cábalas terribles, yo pienso que cuando te dedicas a esto también eres un poquito desequilibrado mentalmente.

Yo recuerdo haber cambiado un autobús que iba para el Brígido y me agarro por otra calle. Le pegué una vuelta de diez cuadras porque tenía que agarrar por el mismo lugar. Hay cábalas con las que enfermé a mi familia: si yo llegaba a empatar un partido de local o llegaba a perder, en el apartamento no se sentía un ruido y aparecían hasta el siguiente día.

En estos nueve puntos, lo tengo que decir, estaba entrenando en el parque Villanueva y se me apareció una perrita chiquitica en los pies, obligué a llevarla a la casa club. Los jugadores no querían, había un problema terrible y dije que el jugador que no lo quería lo iba a echar de la casa club. Ellos la tuvieron que llevar al veterinario, lavarla y todo, pero desde que tenemos a la perrita en la casa club tenemos nueve puntos y así que no la puede tocar nadie.

Se pierde un partido y se rompe esa cábala. Ahorita tengo la de la camisa azul, también la de una plancha que la pongo en el piso y tiene que estar inclinada hacia una pared. Cuando me plancho la camisa la tengo que lavar yo, no la puede lavar nadie. Cuando bajo la plancha la tengo que poner diagonal a una pared. Hasta ahora son esas tres cábalas que tenemos y otras que perduran dentro del equipo.

No solo es la camisa, la perra o la plancha, el Gatorade también influye
El Gatorade se me tiene que entregar por la mano izquierda y lo coloco según el partido a mi derecha o a mi izquierda sobre una raya permanente. Son cuatro o cinco botellas que me dan.

Esas no son cosas que ganan partidos, son refuerzos de la fe y que también no somos personas normales. Yo no creo que seamos personas normales los técnicos, sobre todo los que hemos estados tanto en la lucha, somos un poco desequilibrados.

¿El peinado de «Pequeño» Rondón también es una cábala de usted?
No, a él yo no le digo nada porque él se dio cuenta que después de tener el look de los tres chiflados, el primer día hizo gol de cabeza. Yo creo que distrae un poco a los defensas, porque ver a Rondón con ese pelo yo creo que lo distrae y eso ha sido beneficioso para nosotros.

Muchas son las historias que se tienen de Ángel Raúl Cavalleri, de hecho se comenta que los jugadores esperan hasta el último día para saber la alineación con la que saldrá en el partido, ya que, según, unos duendes le ayudan a elegir. Pero como todo en el fútbol: bendita sean las cábalas que dan los buenos resultados.

Echando un poco el tiempo hacia atrás se recuerda una pre Libertadores que enfrentó con Italchacao ante el América de México, ese día «Cava» no salió con sus dos mejores jugadores (Cristian Casseres y Airton Da Silva), para todos fue un revuelo, terminaron el primer tiempo empatados a uno y en la segunda parte ingresaron.  El América terminó pidiendo la hora porque estos dos jugadores después de estar esperando en el campo hicieron un partido impecable. La historia está ahí, a ciencia cierta no se sabe, pero este director técnico con sus cosas ha conseguido frutos que muchos han visto.

El peor y el mejor momento que le ha dado el balompié a Cavalleri
El momento más triste fue la desaparición de Italchacao, era un equipo que durante cinco años que tuvimos fuimos a torneos internacionales. Éramos una familia y eso me pegó.

Las alegrías más grandes del fútbol han sido las vueltas olímpicas. Gracias a Dios di tres: en el 96 con Minervén, en el 98 con Táchira, 99 con Italchacao, y espero antes de irme darla con el Aragua.

Dar la vuelta con el «Aurirrojo» es una ilusión
Sería lo más lindo. Los equipos con los que salía campeón eran poderosos y este es un equipo humilde que todo se hace con trabajo y como que lo gozaría más.

Cree en los jóvenes del Aragua
Me estoy trayendo a gente joven y sacando a los viejos. Hoy hay unos chicos con un futuro enorme, lo que pasa es que no se ve porque no tenemos propaganda y como digo yo es un equipo ignoto. Pero estamos de segundos y hemos hecho cosas importantes. Yo sé que nos respetan, pero no tanto el periodismo, a nosotros nos respetan los técnicos, tienen mucha preocupación cuando juega con el Aragua.

¿Cuál es el sueño de Cavalleri?
Lo veo difícil, pero estamos cerca de ir a una copa internacional con el Aragua, digo que estamos cerca porque mayo está cerca. Sería una satisfacción enorme debido a como me trató ésta gente.

Mención especial para la hinchada del Aragua
La gente de la barra es como el equipo, no son tan numerosos, pero suenan más que los demás. Basta que vengas a una fiesta de esa hinchada que canta desde el primer minuto, cómo alienta y cómo protege a sus jugadores de una manera que hasta jugando mal lo apoya. Es algo que no noté en otros equipos, por lo menos la hinchada de Táchira te hace sentir a los diez minutos si estás jugando mal.

Por esta gente y por los que creyeron en mí, sería bárbaro tener la satisfacción de llevarlos a un campeonato internacional.

Dos años remando
Desde que llegué he remado y sigo remando, ya me animo a cruzar el atlántico a remo con este equipo. A la hora de la verdad también es una satisfacción personal poderlos llevar a buen puerto.

Nacionalidad Argentina, corazón venezolano
Eso es algo que ya lo tengo dominado, voy a favor de Venezuela definitivamente. Yo lo he sufrido mucho como argentino, el hecho de tener equipos importantes, viajar a mi país representando en Copa Libertadores a un equipo venezolano y haber sentido con dolor que nos trataban como cenicienta, para colmo mi país.

Ellos nunca van a entender. Ahora Venezuela les gana acá y dicen que llegaron cansados por el avión. No te van a decir que les ganaron porque fueron superiores, eso es un dolor.

En estos momentos yo llego a la delegación de Argentina y no me van a reconocer. Cuando voy, como siempre lo hago con Farías, a la concentración venezolana, tengo el abrazo de todos los jugadores y su reconocimiento. Voy y siempre iré a muerte con Venezuela.

El amigo que nunca olvidará del fútbol
El fútbol te deja muchos amigos, pero tengo un chico en especial que fue jugador y me demostró con el paso de los años una amistad extraordinaria. Un jugador de Minervén, un defensa central que estuvo cuatro o cinco años y se llama Eleazar García, el hermano de Orner García. Creo que él me ha demostrado que es un amigo bárbaro y yo fui un faltante porque por ahí pasa un año y no lo llamo.

El deseo de él para la Vinotinto
Ir al Mundial de Brasil, eso está en la cabeza de todos nosotros. Yo cuando pienso que viene el mundial de Brasil 2014 no veo un Mundial sin Venezuela, sería un golpe durísimo.

No me puede entrar en la cabeza un Mundial en Brasil sin Venezuela.

¿La felicidad más grande de un técnico?
Ganar los domingos. No conozco otra felicidad más grande que esa. Tener a una familia, el nacimiento de los hijos, que es algo extraordinario, el abrazo con tu padre y tu madre, y ganar un partido, deben ser las cosas más maravillosas que hay.

Si tuviera que vivir otra vez y no tuviera esas cosas no valdría la pena.

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