Juan José Lahuerta. EFE – Harry Kane, con seis tantos, tres de ellos desde el punto de penalti, se convirtió en el máximo goleador del Mundial de Rusia por delante de nombres como el belga Romelu Lukaku, el portugués Cristiano Ronaldo, el ruso Denis Cheryshev y los franceses Antoine Griezmann y Kyliam Mpappé. El delantero de Inglaterra, pudo con todos.
Pero su llegada hasta el trono de los mejores anotadores del torneo más prestigioso del mundo no ha sido fácil. Hasta su explosión en el Tottenham, Kane tuvo muchas dudas sobre su futuro en el club londinense, en el que este curso marcó 31 goles en 32 partidos.
Primero, fue rechazado por el Arsenal, donde se hizo unas pruebas con 8 años. El Watford, sin embargo, sí pescó al delantero titular de Inglaterra, que llegó a enfrentarse al Tottenham cuando era un chico. Una vez en el equipo de sus amores, fue prestado dos años consecutivos a clubes como el Millwall.
Cuando fue cedido por segundo año consecutivo, estuvo a punto de rechazar definitivamente a los Spurs. Kane, muy triste, le dijo a su padre que quería marcharse, pero su progenitor le insistió en que siguiera trabajando porque todo acabaría bien.
Entonces, llegaron dos momentos clave para Kane, que contó en «The Players Tribune» cómo consiguió, a base de pelear, hacerse con un hueco en el Tottenham. Lo hizo fijándose en un jugador de fútbol americano.
«Tropecé con un documental sobre Tom Brady. Todos dudaron de Tom toda su vida. Me recordó a mí. La gente siempre hacía las mismas suposiciones sobre mí, decían que no era un delantero adecuado. Fue realmente inspirador, Brady creía en sí mismo muchísimo y simplemente siguió trabajando y trabajando, casi obsesivamente, para mejorar», dijo.
Kane imitó a Brady y pese a que el técnico portugués André Villas-Boas quiso cederle por tercera vez, insistió en quedarse. Lo consiguió y, ya con Pochettino, llegó su otro momento cumbre. El técnico argentino presenció desde el banquillo un triplete de Kane y después le llamó a su oficina.
«Así que abro la puerta… y él estaba sentado en su escritorio con una copa de vino tinto y una gran sonrisa en su rostro. Me saluda y me dice que vamos a hacernos una foto. Fue brillante. Esa fue la primera vez que pensé… ‘wow, esta es una persona verdaderamente especial'».
Pero Pochettino no sólo es un hombre de celebraciones caballerosas. También es un hombre justo con quien da la cara: «Si no quieres trabajar duro y eres flojo, él es despiadado. Eso es todo, no llamarás a su puerta y tampoco estará abierta para ti. Pero si le respetas y trabajas duro, te dará todo el tiempo del mundo».
Kane es un hombre hecho a sí mismo y moldeado por Pochettino. Gary Southgate ha comprendido la idiosincrasia de un jugador especial y ha conseguido que Kane, a lo largo del Mundial, siga siendo igual de efectivo con Inglaterra que con el Tottenham.
Marcó dos goles a Túnez, otros tres a Panamá y el último a Colombia en octavos de final. Tal vez se le secó la pólvora cuando Inglaterra más lo necesitaba, en cuartos, en semifinales y en el partido por el tercer y cuarto puesto.
Esos aciertos en la fase de grupos y en octavos le bastaron a Kane para ser el goleador del Mundial. A base de insistencia, de trabajo y de cabezonería, el delantero del Tottenham, arropado en su club por Pochettino, llegó a la cumbre anotadora de la Copa del Mundo.