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Edgardo Broner, de una pasión a los Mundiales: «El fútbol tiene componentes que generan emoción»

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Miguel Vallenilla, Sao Paulo – Una pasión sin límites, profesionalismo, y amor por un deporte que supo amar en un país de fútbol el cual lo vio nacer, y que tuvo que buscar entre las sombras cuando las circunstancias lo llevaron al otro extremo sudamericano, donde las primeras veces parecía no presentarse. Es así como Edgardo Broner, reconocido y querido periodista, ha llevado a Venezuela a cada rincón con sus columnas, sus apreciaciones por un fútbol desconocido, y que le enseño a colegas que curioseaban por lo que ocurría en el país Vinotinto, cuando esta comenzó a pisar fuerte. Hoy vive un nuevo Mundial en su trayectoria profesional, algo que describe como el resultado de todo lo que se hace previamente al torneo.

“¿De qué cuadro sos?, normalmente te preguntan cuando eres niño. Está en el ambiente. A todos nos gusta jugar, y al mismo tiempo nos gustan jugadores y camisetas que nos representan”, así describe Broner los motivos que pudieron haberlo hecho querer un deporte que no era difícil de aceptar, y más en un país como Argentina. “Siempre me identifiqué con el fútbol, los equipos, con la radio, a tal punto que se vuelve muy importante en la vida de un gran porcentaje de gente en Argentina”, añadió.

Broner, nacido en Buenos Aires, siguió desarrollando su talento a medida que vivía su juventud, y aseguró que “tenía facilidad para matemáticas y estudié matemática y ciencia de la computación”, al percibir que en Argentina no existía una posibilidad directa de estudiar el periodismo deportivo. Para él, la educación siempre será importante, pues “cualquier formación universitaria termina siendo muy útil para lo que uno va a hacer, de acuerdo a lo que uno decida”.

Los textos lograron atraparlo. “En el colegio hacía una publicación deportiva. Siempre me gustó escribir, y a través de la docencia también vi la oportunidad de comunicar”. Hoy en día existen muchas personas que se han apasionado por destacarse como periodistas o simplemente comunicar, algunos de ellos comunicadores sociales, y otros no. “Es fundamental estudiar, formarse, y recién ahí empieza el trabajo como en distintas profesiones. En el periodismo hay mucha gente que se formó de formas diferentes, así como hay comunicadores sociales que terminaron haciendo otras cosas después”.

La curiosidad mental te hace hacerte preguntas que posiblemente no tengan una respuesta certera. ¿Por qué gusta el fútbol?. “En general a la gente que le gusta el fútbol, no sabe por qué le gusta. Cuando ganaba mi equipo (Independiente) quería ir al colegio temprano, y cuando perdía ni quería ir. Juvenal escribió alguna vez que cuando iba a la cancha, sentía esa misma sensación de niño. Ver a los jugadores, el campo, la pelota, el estadio. Son elementos que después de ver miles de partidos, a mí me sigue provocando la misma emoción”. Broner además agrega que “mirar un partido por televisión, me pone contento, pero no me genera esa sensación de ir a la cancha que es una de las cosas más gratas para uno. El fútbol tiene componentes como la admiración, la identificación con los colores, la rivalidad, el disfrute de ver el espectáculo en el campo de juego, ese verde y colorido que genera emoción”.

La dictadura argentina fue uno de los mayores sufrimientos para el país. Las circunstancias llevó mucha tristeza a gran cantidad de hogares, y algunos decidieron abandonar su nación para trasladarse a otra que les lograra dar un poco de tranquilidad y seguridad. Para el padre de Broner, Venezuela fue la mejor opción. “Conocía de Venezuela su música. Mi familia alguna vez había viajado y trajo unos casetes del grupo Contrapunto. Sabía de los equipos antes que yo viajara. Conocía al Portuguesa por las veces que viajó a Argentina. Mi papá pensó que Venezuela era un lugar adecuado cuando estábamos en la época de la dictadura”. Al principio sería por pocos meses, y se convirtió en treinta años. “Cuando llegué no había futbol. Faltaba un mes para reanudar el campeonato, y fui al Deportivo Galicia contra Deportivo Portuguesa en el Olímpico, y fue una frustración muy grande. Todo el público era extranjero, y se jugaba muy mal”.

La adaptación al país, y sus gustos deportivos no fueron al instante. “Me costó. Mis compañeros de trabajo comenzaron a ir al béisbol, y empezó a ocupar un importante lugar en mi vida. Poco a poco le conseguí el gusto al fútbol venezolano, pero tardó. Estaba oculto, fui curioseando hasta que se dio el tema laboral de poder hacer más cosas en periodismo, y decidí dedicarle más tiempo al periodismo en Venezuela”. Una persona que fue un apoyo importante en su estadía fue el conocer a Daniel Chapela, hoy un reconocido periodista venezolano, también destacado dentro del fútbol nacional. “Desde ese momento me empecé a involucrarme más en espacios de radio, y comenzó las transmisiones del Preolímpico 92”.

El trabajo fue creciendo, y las Eliminatorias de fútbol ya era una tradición que cubrir, y a raíz de todas esas experiencias “surgió el libro “Gol de Venezuela”, para rescatar los momentos importantes de aquella selección de Venezuela que la gente no conocía y no estaba escrita”. Esa pasión por la lectura, por contar a través de las letras lo visualiza como “escribir o hablar por un medio donde no tienes idea de quién te está escuchando o leyendo, pero que después de encontrarme con mucha gente, me he dado cuenta de que de algo ha servido lo realizado, y se observa la cantidad de jóvenes que se involucran con el fútbol venezolano, y el espacio que ha adquirido en los medios”.

El tiempo hizo que su corazón hasta pudiera verse dividido en los momentos en que Argentina debía medirse ante Venezuela. “Alguna vez me salió un gritito de gol cuando Venezuela le anotó a Argentina, pero eso también tiene que ver con el desprecio. Cuando íbamos a cubrir a Venezuela, nos miraban mal. Incluso los periodistas de Venezuela, y un buen resultado era una satisfacción para nosotros, y en Argentina siempre se menospreció al fútbol venezolano, y en general al que no es argentino”.

Su relación con el país Vinotinto es más que considerable. Un ejemplo de ello fue su alegría del recordado “Centenariazo”, algo que generó atender a muchos colegas. “Nunca atendí tantas llamadas en mi vida como después del Centenariazo”, recordó.

Hoy en día sigue recorriendo países gracias al fútbol. El sacrificio sigue siendo el pan de cada día, y en Brasil aun más. Todo inició en la edición de 1990. “Fue un alivio ir al Mundial de Italia. Ahí estuve con Víctor Hugo Morales, y tomé la decisión de que iba a tomar más en serio y profesional el periodismo. Ese Mundial me marcó. Después dije que mientras pueda, iba a ir a todos los Mundiales, y por suerte lo he hecho así. Es la cumbre.

Para que un medio venezolano cubriera el máximo torneo de selecciones nacionales, era necesario convencer a muchos que le restaban importancia a esta manera de hacer el trabajo. “Siempre explicaba por qué debíamos estar y no quedarnos en los estudios”. El Mundial “es como el objetivo de un ciclo. Siempre se tuvo que buscar recursos. Salvo algunas excepciones, muchas veces trabajamos de freelance trabajamos para varios medios”.

Desde su primer Mundial, al actual en Brasil, recuerda que “la rutina de trabajo es muy fuerte, pero el Mundial te inspira. En Sudáfrica logré estar en 21 de los 64 juegos. Cubrir un Mundial presenta muchas adversidades, desde la dificultad geográfica y logística, la dificultad financiera, y la cabeza tiene muchas más cosas de las habituales. Eso y el buen sueño no son amigos”.

Batallar con estos obstáculos, hacen que uno mismo se convierta “en su propio productor”, pero son momentos indescriptibles que te dan la oportunidad de presenciar encuentros inolvidables. “La vuelta de Maradona en el 94 contra Grecia fue muy emocionante por todo lo que había pasado Diego. Vivirlo y contarlo fue muy impactante, y el partido contra Brasil (Italia 90), que fue un milagro, también”.

Una vez concluido la experiencia mundialista, ya haber visto la coronación de un nuevo campeón, viene la vuelta al hogar. “La presión post Mundial es que viene la Copa América, Eliminatorias… lo más importante es estar con la familia, la que se preocupa por uno, y que a veces uno ni les contesta para avisarles que está todo bien, que ya se llegó a tal ciudad. Pero están acostumbrados, y con el reencuentro se trata sacar el trauma del Mundial”. Finalmente, a la mente llega que faltan cuatro años para el siguiente certamen. “Los choques culturales son gratos. Rusia me apasiona y quiero conocerlo. En el Mundial de Korea y Japón yo pedía una factura, y venían con toallas y muchas cosas”. Sus vivencias tras cada torneo queda plasmado en los textos. “A mi me piden fotos del Mundial y no tengo. Los recuerdos quedan escritos, en algunas columnas, en la memoria”.

Por lo pronto, se prepara para los últimos encuentros que le depara a Brasil 2014, y sueña con alguna vez observar Campeón a Argentina, y a la selección de Venezuela participar. “Ojalá podamos vivirlo en algún tiempo. Sin duda me falta”.

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