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COLUMNA | Soñadores de goles

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Miguel Vallenilla, Río de Janeiro – Recorriendo estaciones a bordo de un tren, adormecido y el horario en contra, el frío te mata y la pesadez te juzga. ¿Qué significado tiene el gusto por estos “inconvenientes” con un valor más que querido?.

La pregunta me la he hecho al pensar el motivo real que tiene un ser humano al gustarle el fútbol. Y posiblemente ese valor sea mucho más fuerte para quien busca estar allí en medio de las dificultades que se le pueden presentar, a diferencia de las comodidades. El ritmo del Mundial es más que rápido, y en este momento que se disputó el encuentro 42, ya faltan 22 capítulos para que el Mundo conozca el nuevo campeón.

La respuesta a ese gusto, podría no tener una respuesta clara. Pero rememorar los primeros días que te hicieron gustar esta extraña secta rodeada de un balón, tal vez tenga la respuesta. El olor a césped (malo o bueno) cuando cae el sol como un manto. La sensación de subir escaleras infinitas para sentarse frente a un rectángulo observado por gran cantidad de críticos que saben más que los que disputan la esférica. Ese cemento donde tantos han estado, saltado y gritado.

Mi visión ya podría irse dirigiendo desde el ras del piso, y la sensación es la misma, esa de estar, y para ello detrás hay una enorme cantidad de sacrificios. Al fondo del bus, un colombiano que no tiene sentido del tiempo, pero sí sentido de su alegría tras un triunfo mientras apunta a su siguiente destino para dejar su garganta. A las afueras, una enorme masa de seres especiales vestidos de amarillo y verdes, soñando con levantar la copa en casa. Y en la otra esquina, algún nacido en el sur que quiere de todas todas, dejarle claro a los brasileros que Maradona es más grande que Pelé.

¿Es una doctrina sin consciencia? No es solo el fanático quien forma parte de esto. Hasta el ser más escrupuloso pierde los estribos a raíz de este balón que cada vez pesa menos. ¿Y por qué razón luego de tal agotamiento que se desencaja entre Sao Paulo a Río de Janeiro el deseo es lograr trabajar el siguiente juego?. Debe ser por la misma razón que el agotamiento, la escasez de recursos, dificultades y adversidades, es sinónimo de estar caminando ese objetivo de estar, de trasladar, de llevar la presencia a otros lados.

Hoy los europeos se han encontrado con esa raza llamada hincha, torcedor, o fiel seguidor. Es allí en el rincón sudamericano donde las pasiones no tienen límites, los conocimientos son más grandes que el del adversario, y el romanticismo predomina en cada toque de balón. Allí cada uno busca demostrar, y se está haciendo. Y allí van creciendo los futuros enfermos de este deporte que no tiene razón ni respuesta para conocer el factor en contra como un momento sublime detrás de cada gol. Así, los aviones, trenes, playas, calles, hostales, aceras, bancos y demás, seguirán como fieles compañeros de los soñadores de goles.

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