Venezuela superó a Perú y sigue con vida en Conmebol. El Mundial está lejos, casi imposible, pero la matemática todavía nos permite soñar.
Alejandro Lodeiro – Tras la derrota contra Chile en Santiago, muchos venezolanos decidieron guardar la calculadora. Y no es para menos… Estamos a tres puntos del último clasificado al Mundial, con peor diferencia de gol y un partido menos por disputar. No dependemos de nosotros y nos toca cerrar con Paraguay. Pero ante Perú, en Puerto La Cruz, la Vinotinto confirmó que va a pelear hasta el final.
Y en nuestro penúltimo partido… César Farías cambió el libreto. En casa, obligado a ganar. Por la catástrofe de Chile, porque se escurre entre sus manos nuestra ilusión de clasificar. Venezuela fue otra, tanto en espíritu como en juego. Salió a buscar, salió a ganar. Con poco orden, pero con mucho corazón. Con buenas individualidades, y –por momentos- con buen manejo del balón. No le sobró nada, aunque dejó una buena sensación.
El cambio tuvo que ver mucho con Yohandry Orozco, así como también con el regreso de Tomás Rincón. Venezuela fue de menos a más, con mucha energía pero sin una idea clara para jugar. Un solo hombre de recuperación, tres creativos. Dos laterales con proyección, un delantero de área y otro para acompañar su recorrido. Con el desgaste de «Maestrico», con la experiencia de Arango. Buscando por todos lados, incluso arriesgándose a quedar mal parado.
A pesar de todo, Perú fue el primero en pegar. Sin merecerlo, en un descuido individual. Orozco perdió la pelota en la salida y Hurtado puso el 1-0 con una buena definición de derecha. Un balde de agua fría, un resbalón que incluso pudo ser peor. Y es que Venezuela, desconcertada por lo ocurrido, le regaló un par de oportunidades más al equipo de Markarián. Por suerte para los criollos, Pizarro y compañía no las pudieron capitalizar.
Y cuando el equipo se volvió a asentar, Salomón Rondón puso el 1-1 parcial. Fue a pase de «Maestrico» González y luego de una buena maniobra personal. Oportuno desahogo, una clara señal de que todavía quedaba mucho por jugar. El empate no era justo, pero así terminó la primera mitad. Sin diferencias, con mucho desgaste. Estaba claro que no era un partido más.
La historia mejoró en el complemento. Orozco tomó nuevamente la batuta del equipo y recuperó la mejor versión de Juan Arango. Entre zurdos se entendieron, más allá de la diferencia generacional. Se pusieron el equipo al hombro, le permitieron a Venezuela llegar con mayor claridad. El penal llegó con ellos y una mano clara en el área rival. «Maestrico» González puso el 2-1 con una ejecución prácticamente perfecta desde los 12 pasos.
El mismo Arango estuvo cerca de poner su nombre en el marcador con un zurdazo que se estrelló en el horizontal. Minutos después, Rómulo Otero completó la tarea del gran capitán. Una jugada que nació en la banda y que tuvo a Orozco como protagonista… El mediocampista del Caracas Fútbol Club la terminó con un buen remate de derecha desde la frontal.
Necesitábamos goles y tal vez merecimos más. Pero los errores se pagan caro; no definimos y Perú descontó sobre el final. “Nunca hagas un cambio antes de una pelota quieta”, señalan los libros. Y eso fue exactamente lo que pasó: Aristeguieta entró por Arango y Carlos Zambrano pasó factura con un buen cabezazo para el 3-2 definitivo.
Seamos sinceros, Perú no es Chile y en esta oportunidad nos tocó jugar como local. Y ojo… No bastaba ganar, Venezuela necesitaba golear; por el empate de Ecuador, por la victoria de Uruguay. Pero nunca está mal sumar tres puntos. Y, por el momento, nos mantiene vivos una fecha más. El partido dejó reacción, quedó claro que hay material. El Mundial está muy lejos, no nos vamos a engañar. Matemáticamente seguimos vivos, sólo un milagro nos permitirá clasificar. A eso nos aferramos, no queda otra. Pero todos los días me pregunto: ¿realmente lo merecemos? Los números me hacen dudar.