Miguel Vallenilla – El horizonte parece aclararse. Donde había incertidumbre, están llegando respuestas. Donde había roces, se liman rencores. Parece que sí, llegó el saldo, y Sanvicente recibió una llamada particular, esa voz de quien tiene la elección de determinar qué sucederá en el futuro próximo en la selección nacional.
Esquivel ya asume 27 años en el poder. Su nombre camina bajo el titular de “Presidente de la Federación Venezolana de Fútbol”. Hoy se encuentra inquieto, sin estar de acuerdo con el actual sistema de clasificación que presentan las eliminatorias sudamericanas, y es por tal motivo que perfila su mente en exigir un sorteo en Zurich, en la sede de la FIFA, y no en la sede de CONMEBOL. Seguramente lo expresará en los siguientes días en Sao Paulo.
Esos objetivos perfilan un campeonato tan deseado, y en el cual no se ha competido. Mientras ya se vive el máximo torneo de selecciones en Brasil, ya nos encontramos a cuatro años de Rusia, helada sede que espera por el siguiente Mundial. Allí nuevamente los venezolanos pondrán sus sueños de ver a su país disputar este torneo. Es allí donde Venezuela quiere llegar, y donde posiblemente iniciará este camino en Septiembre ante China en suelo asiático. ¿Quién dirigirá?. Ya no habrá estratega interino. Ya La Vinotinto podría contar con esa voz fuerte, de coraje y trabajo, que tanto ha apoyado la mayoría de los aficionados que observan el fútbol nuestro.
Noel Sanvicente, hasta hace poco, era casi un descartado. Los días viraron el timón, y en una mesa en la ciudad de Caracas, Esquivel y Noel se vieron las caras. ¿Qué se dijeron? No sabremos. Lo cierto es que de parte y parte hubo acuerdos. La propuesta gustó, y la propuesta se consideró. El cuerpo técnico del estratega más ganador del país, piensa en color Vinotinto. En Barinas hay alegría compartida por el posible escalón que obtendrán quienes tantas alegrías regalaron en La Carolina. Solo falta la última palabra. Del otro lado el “Sí” siempre ha estado listo.
Y es en pleno Mundial, en pleno país futbolero como Brasil, donde la decisión se tomará. Entre samba, una caipirinha, alegría por aquí y por allá, goles sudamericanos, europeos, centroamericanos, africanos y asiáticos, se elegirá el próximo director técnico de Venezuela. Ese que hasta hace algunas semanas era totalmente de incertidumbre, y ese mismo que ha tomado una nueva forma, una claridad mayor. Seguramente será una esperanza que alegrará a la gran mayoría que ha esperado por esta decisión, sobre todo por su protagonista. El “entrenador hay uno solo…” se empieza a escuchar en varios rincones.