Miguel Vallenilla – La pelota y él. Él y la pelota. Así es la relación que ha instaurado Rómulo Otero en los campos de juegos donde ha defendido la camiseta del Caracas Fútbol Club, y hoy en día, ganando espacio dentro del seleccionado venezolano.
Se trata de un jugador que años atrás cargaba en el hombro los elogios de sus entrenadores. Su desequilibrio y la potente pegada, con un toque entre lo preciso y lo celestial, hacen de Otero un jugador sumamente importante.
Sus inicios fueron llamativos. Las miradas en las tribunas se enfocaban hacia él. Algunos le recriminaban, y otros lo elogiaban. La madurez ha venido llegando en un jugador que ha crecido ante nosotros. Lo vimos fallar, a veces no aparecer cuando el juego lo precisaba, y otros momentos festejar. Hoy en día ya es él quien se encarga de hacer sobresalir al Caracas. Es él quien hasta en el peor rendimiento, no pasará desapercibido.
Quedaron aquellos días en que se quedaba admirando la pegada de José Manuel Rey. Aquellos días en que se fijaba la relevancia de Darío Figueroa. Hoy se concentra para compartir y rivalizar tiros libres con Juan Arango. Ya el Caracas no es el mismo de antes, donde entre cuatro a cinco jugadores podían encargarse de equilibrar hacia el “Rojo” un resultado. Hoy el Caracas le exige, pero de manera muy franca, a Rómulo Otero. La mayoría de las veces lo cumple. Sus genes y el desarrollo entre verdaderos habilidosos del fútbol, le precisan un amor eterno con la pelota.
Es Rómulo el jugador del que todos esperan. Es Rómulo el jugador que todo no lo puede, pero lo intenta. Es Rómulo el que entre su desarrollo a la madurez absoluta, puede ser castigado fuera de las canchas, pero es el mismo Rómulo el encargado de hacer progresar el juego de sus compañeros. No hay Caracas sin Rómulo.
Todas las demarcaciones le pertenecen. Con total sutileza o aguerrida energía, se balancea sin caerse entre el mediocampo, los laterales, la delantera, y hasta retrocediendo y hacerse un hueco para recuperar un balón que amenazaba a su arco. Así apareció el pasado sábado en el Brígido Iriarte. El de menor estatura sacó a relucir su salto e inquietud. Y aunque su remate fue más obra de factores independientes de una buena ejecución, su olfato determinó la alegría del “Rojo”.
Hoy el Caracas apunta alto. Hoy el Caracas quiere soñar con verdaderas razones que no sean simplemente por el significado de su camiseta. Tiene jugadores, mucho compromiso, un estratega que dentro de las fragilidades del plantel, logra conseguir un grupo con convicciones, pero por encima de todo, tienen a Rómulo Otero. El nuevo salvador del Caracas FC.