Miguel Vallenilla – Se encuentra sentado con mucha tranquilidad, con su gorra hacia atrás, sonriendo con sus compañeros, y junto a su familia que se muestra orgullosa de sus triunfos. Se pone de pie, camina hacia otra mesa, comparte, se deja tomar fotos por quienes quieren un recuerdo de él, y se vuelve a reunir con los suyos. Así, Juan Falcón digiere lo que fue hasta hace pocas horas el momento más sublime de su carrera: un gol en el último minuto, y el alcance del título del Torneo Clausura, boleto para la gran final.
El desarrollo del encuentro ante el Zulia FC no fue para nada sencillo. Por los pasillos hasta se hablaba de un rival incentivado, pero como no tocamos el tema, solo podemos decir que el Zamora debió luchar más de lo pensado, y que estuvo a pocos segundos de ver perdido todos los sueños con los que habían saltado a La Carolina.
El encuentro tuvo varios capítulos, muchos de ellos con gran nerviosismo, incluyendo a un actor que inició de reparto, y terminó con el rol protagónico. Cuando transcurría el minuto 56, Yordanis Abreu se encargó de detener la embestida de Falcón, usando una herramienta probablemente legal, pero bastante accidental: forcejeo fuerte, empujar, y apartar. Esto tuvo como resultado a Falcón desparramado en el piso, mano tendida, ojos idos, susto total. Allí aparecería Noel Sanvicente.
Ante el susto de Abreu, el llamado de Soto, y los ojos de todos los que quieren ayudar, Sanvicente no quería perder a su guerrero, el que batalla todas, el que no tiene descanso. Falcón debía reaccionar así no quisiera, y de la nada tomó el brazo de su estratega, quien lo levantó del piso como si nada, y el primer indicativo fue: entra a la cancha.
Así ha sido la temporada de Falcón, que ya brillaba desde la anterior. Repartió goles, entregó alegrías, mostró sus facultades, y dejó claro que es la pieza que Sanvicente desea. Este joven jugador de Acarigua, empujó en el trámite del encuentro un carro auxiliar que no tenía energía eléctrica para avanzar rápido su salida del campo. Con esa fuerza, y con un minuto por jugar, apenas veintitrés segundos después logró superar a tres defensores que le metieron la pierna, lo tomaban de la cintura, y simulaban recibir una falta.
Ahí estaba Falcón, quien resucitó porque no era el momento de abandonar al equipo. Los fieles creyentes gritaron de esquina a esquina, metió el balón luego de dominarla ante el aporreo de los rivales, y fue a abrazar a quien lo levantó una y otra vez: Sanvicente.