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COLUMNA | La distancia entre la gloria y la desilusión

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Miguel Vallenilla, Río de Janeiro – Si las victorias tuvieran un sinónimo concreto, podrían ser las que nacen del esfuerzo por las convicciones hacia el triunfo, y probablemente los Mundiales tuvieran más empates que victorias o derrotas, pudiendo querer algunos equipos más la gloria que otros.

A través del remate al arco, puede estar la historia, o simplemente una oportunidad que pasó y no fue más. Es así como las ilusiones nacían desde Río hasta Belo Horizonte. Una charla recorría el pasillo de un autobús con el acento chileno tan sencillo de reconocer, los cuales explicaban sus asombros tras ver con asombro los sacrificios que hicieron para poder acompañar a su selección, un deseo de hacerse sentir, el cual puede más que cualquier dificultad financiera, de distancia u otra.

Ya cerca de La Rodoviaria, concluían que de Brasil pudieran salir deportados todos, pues la ilusión se hacía presente con la posibilidad de dejar eliminado al anfitrión. Y no fue descabellado. Tan solo la oportunidad estuvo a centímetros cuando ese remate se estrelló en el poste defendido por Julio César, Santo aquel día, acompañado por la definición de Neymar en el tiro de más peso, y el desacierto del lado contrario. La gloria siguió en casa.

La distancia entre la gloria y la desilusión, está a solo segundos. No importa con cuál camiseta, aunque todavía las más históricas mantienen su cátedra. Allí el grito de Di María explotó en las gargantas de los presentes, cuando la clasificación titubeaba ante Suiza.

Estas alegrías ya van apareciendo en los que antes dudaban de sus equipos. Río de Janeiro volvió a vestirse como su ciudad se representa. Derrotar a Colombia, fue para Brasil no solamente ilusion, sino que ha sido suficiente para que toda una nación se acople con su equipo, pese a que las críticas siguen vigentes, esperando la oportunidad de acompañar para lo que queda.

La fiesta, los caídos en las orillas de Copacabana, cambiaron sus sonrisas por lágrimas. Y es que llorar ha sido comprensible cuando su máxima figura ha quedado ausente de la Copa del Mundo. Así es como las ilusiones tras un triunfo agónico, nuevamente se convierten en incertidumbres para las etapas más que definitivas. Las de los pequeños detalles, donde solo la victoria es importante, y no el estilo ni la manera de lograrlo

El destino dirá quien merecerá levantar el trofeo. Los jugadores son los que saben qué tan distante o cerca se encuentran de la decepción, la tristeza y desilusión, a la gloria por la que hoy todos luchan, cuando las piernas más se agotan, y el corazón se revoluciona. Ese latido que acompaña a todos los ausentes del campo de juego, presentes en los deseos de país. Un segundo podrá ser la distancia, entre esa desilusión, o  la gloria.

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