Miguel Vallenilla, Nizhni Nóvgorod – Ingreso al compartimiento 15 del tren que conduce a Nizhni Nóvgorod. Es habitual esperar la llegada de cada tren en alguno de los varios terminales que dispone la ciudad de Moscú, principal anfitriona de todos los que han llegado al país a vivir el Mundial que han organizado en conjunto con la FIFA.
Como en este tren, en cualquier otro se topará con las mismas atenciones y experiencias. Una litera donde compartirá con otros tres pasajeros, de nacionalidades diferentes y lenguajes distantes. Por suerte, en mi caso, el compañero de viaje es Demitri, un ruso que está disfrutando junto a su señora de lo que está ofreciendo el Mundial en su país.
El idioma puede ser un obstáculo si la idea de los pasajeros es charlar durante los trayectos, e incluso responder o requerir información. Por suerte, el inglés “machucado” tanto de Demitri como el mío, ha logrado que ambos podamos realizar una comunicación más satisfactoria. Él desea saber cuántas horas hay de su país a Venezuela, qué tal me ha parecido Rusia, su gente, y cuánto he conocido. Él amablemente me contesta sus impresiones de su selección, la cual asegura ha tenido una actuación sorpresiva y feliz para la nación. Ya el hecho de haber logrado pasar a octavos de final, es meritorio –muy pocos lo esperaban-, por lo que vencer a España fue un sueño, un regalo extra. Ante Croacia cree que la situación será mucho más complicada.
El viaje en tren es una ocasión para incluso descansar del largo trabajo acumulado en tantas semanas. Por más incómodas que lleguen a ser las literas (que incluyen todos los elementos esenciales para que el viaje pueda ser lo más acogedor), el cansancio ayuda para acortar las distancias con un profundo sueño. La puntualidad acompaña. Apenas el tren inicia su aventura, dormir es la opción más predilecta. Este medio de transporte ha recibido a gran cantidad de pasajeros que han logrado aprovechar el ‘Free Ride’ que dispuso la FIFA a los fanáticos y periodistas. Este sistema permite a aquellos la posibilidad de movilizarse gratuitamente a los destinos que deseen, algo que ayuda muchísimo a quienes desean minimizar gastos entendiendo que algunos viajes pueden tener altos costos. Claro, había que hacerlo con tiempo, sino la probabilidad de conseguir boletos claramente disminuían.
La tripulación es atenta, y cada cierto tiempo te consultan si todo está en orden. No siempre todas las literas se topan. A veces restan algunas, y los pasajeros se cambian de puesto. Lo recomendable son las inferiores. Están más cerca de un enchufe eléctrico (no siempre hay), y evitas la incomodidad de escalar una mini escalera que te traslada a las literas superiores. Más incómodas.
Uno se podría imaginar observar por la ventana el paisaje ruso. Esto es una posibilidad que es lograda por aquellos viajantes que juntan fuerzas para permanecer despiertos. Las ventanas pueden ser cerradas para el confort al momento de descansar.
Rusia ha demostrado una gran organización. Y sus servicios de viajes en trenes han sido especialmente importantes para un evento de esta magnitud. Una vez en el destino, te recuerdan que has llegado al lugar ansiado, un guardia de seguridad te recuerda que debes desalojar el lugar, y es momento de afrontar un nuevo día, sea como hincha o, como en mi caso, cumpliendo las labores que ameritan la cobertura.
Tras su largo descanso, Demitri se despide en español, agradecido.