Miguel Vallenilla, Moscú – La sede del Mundial de fútbol está totalmente siendo un excelente organizador. Las reglas para los ciudadanos son cumplidas. El orden está presente en cada esquina, y a la vista la gran potencia que tiene el país dentro de este mundo.
Un compañero me indica que así funciona Rusia siempre, y no es motivado por el hecho de que haya un Mundial de fútbol. Ahora, lo que sí es cierto es que la gran cantidad de visitantes que ha recibido el país en los últimos 50 días, es para ser testigos de cómo está funcionando actualmente una nación que también ha sabido ceder algunas limitantes a lo que no estaban abiertos, entendiendo la rama cultural que llegaría al país.
Hay quienes lo comparan con los días de los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, y que al mismo tiempo sirvió para el encuentro de muchas nacionalidades que desarrollaron posteriormente su futuro en el país.
¿Y el fútbol dónde queda? Los mejores años del fútbol fueron cuando existió la Selección de la Unión Soviética, Campeones de Europa en 1960, dos veces ganadores de la medalla de Oro en Juegos Olímpicos (1956 y 1988), y semifinalistas de la Copa del Mundo en Inglaterra 1960. Luego de su disolución en 1991, el fútbol debió reinventarse.
En Corea y Japón 2002 y Brasil 2014, no lograron pasar de la fase de grupos. Pero había una camada de jugadores y de un resurgir que ya daba señales en la Eurocopa 2008 donde quedarían en el tercer lugar. Hoy la selección es conducida por Stanislav Cherchésov, portero de Rusia en el Mundial de 1994, y que hoy ha logrado que sus jugadores tengan una cohesión en el campo de juego que ha servido para lograr la clasificación a los octavos de final, luego eliminar desde el punto penal a España, y ahora pensar en Croacia, su siguiente obstáculo.
El “bigotón” ha conseguido piezas fundamentales como Denis Cheryshev (con una increíble historia que vale la pena luego repasar), Artem Dzyuba y el arquero héroe, Igor Akinfeev, capitán de su selección.
Y es que las atajadas de Akinfeev ante España, han hecho explotar de furia a un país que parecía frío, pero que a medida que avanzan las fases, grita más fuerte “Rooo-shiii-aaaa”. No hay lugar donde no haya una bandera ondeando, un niño con su camiseta, chicas con los rostros pintados, y jóvenes y mayores algo pasados de bebidas. Éstos habitan los lugares más importantes de Moscú. Se consiguen con toda la pinta en los vagones puntuales del servicio de trenes, y las ciudades del interior aplauden a la distancia o son los mejores anfitriones cuando su equipo juega en sus sedes.
Sin duda alguna, Rusia presenta una imagen fenomenal, tanto como país (con sus pro y contras) y su selección. Los jóvenes, que representan actualmente el crecimiento cultural que está obteniendo el país (incluso en abrirse a otros idiomas que no son dominados por los mayores), son la viva imagen de una nación que está soñando y creciendo en grande, y desea llegar mucho más allá de lo que hasta ahora han presenciado. Una organización que ha merecido muy bien su momento de felicidad.