EFE – Hace cuatro años, en el camino que la Albiceleste siguió hacia la final del Mundial de Brasil, Diego Armando Maradona midió la significación de Javier Mascherano con una sentencia categórica. Para ‘El Pelusa’, la Argentina de 2014 fue «Mascherano y diez más».
En realidad para él lo era desde el año 2009 cuando, siendo seleccionador de la Albiceleste, acalló con esa misma frase el debate acerca del acomodo de Juan Román Riquelme.
En el centro del campo, Maradona convirtió al ’14’ en una pieza inamovible e insustituible, desde el aspecto emocional y futbolístico. Consideró al Jefecito como la apuesta más válida para la contención y la creación y para ejercer la capitanía.
Ya sin el brazalete, porque se lo cedió a Leo Messi –«sentí que el jugador que mejor nos representaba en todo el mundo era quien debía hacer de capitán», argumentó-, Javier Mascherano consumió en Rusia sus últimos días como internacional.
Después de quince años y 146 partidos -más que ningún otro jugador en la historia del fútbol argentino-, dejará de vestir la camiseta celeste y blanca. El Mundial de Rusia, que para Argentina terminó en octavos de final con su derrota ante Francia, fue la última batalla de un «soldado» que se presentó dispuesto «a morir».
Dentro de la cancha se entregó por última vez como ‘5’; fuera de ella, se valió de su jerarquía para aguijonear el orgullo de un grupo herido. Tras el empate ante Islandia (1-1) y el tropiezo ante Croacia (0-3), abatido el plantel por una crítica voraz y por la amenaza de la eliminación en la fase de grupos, Javier Mascherano volvió a ceñirse -simbólicamente- la cinta para pedir a los suyos un último arrebato.
«Somos los vigentes subcampeones del mundo y en algún momento lo tendremos que demostrar», les retó en público.
La reacción del equipo llegó en la tercera jornada, ante las Súper Águilas Verdes. Los goles de Leo Messi y Marcos Rojo exculparon al Jefecito del penalti que cometió sobre Leon Balogun.
El postrero acierto del defensa del Manchester United envió al cuadro austral a los octavos de final y salvó el honor de Javier Mascherano. «El penal era arruinarle el sueño a 22 pibes que están aquí luchando», asumió el ahora jugador del Hebei China Fortune.
«Hubiese sido una lástima arruinarle el sueño a todos», dijo tras el choque disputado en San Petersburgo.
En Kazán quebró el suyo el conjunto ‘bleu’, desatado a partir de la poderosa zancada de Kilian Mbappé. La impetuosa exhibición del joven atacante del Paris Saint-Germain anunció un cambio de guardia.
Para la Albiceleste es tiempo de rehacer su identidad.
La eliminación permitirá a Mascherano hacer balance desde el convencimiento de que «todo» lo conseguido se lo ganó «a pulmón».
«Nunca me he sentido dueño de una posición o de un lugar dentro de la selección argentina. Por la historia del fútbol argentino y por la calidad de los jugadores con los que puede contar este tipo de selección, todo el tiempo tienes que rendir examen», expuso tras saberse cuestionado por ser uno de los 23 mundialistas, en un año de escaso rodaje en el Barcelona, marcado por su salida rumbo a Asia.
«Mi situación no era la misma hace cuatro o dos años atrás, eso lo tengo bien claro, pero eso no significa que porque no esté en esa misma situación no pueda seguir aportando cosas. Sé en lo que puedo aportar, sé en qué cosas fallo, pero siempre tratando de dar lo mejor de mí y de ser responsable por el lugar que ocupo. Mi única preocupación en los últimos 15 años ha sido estar a la altura de la situación. Muchas veces lo he estado, otras quizás no», reconoció.
Jorge Sampaoli estimó que en el Mundial de Rusia sí estaba para ser titular. Le concedió todos los minutos. Un total de 360 (270 en la fase de grupos y 90 más en los octavos de final, ante la selección francesa). Ahí detuvo el jugador de San Lorenzo su contador con la Albiceleste, con la que debutó en 2003 sin militar todavía en la Primera División. Ya a contracorriente.
«Fue bastante raro en su momento cuando Marcelo Bielsa me llamó. Soy de los que piensan que cuando tienes una oportunidad tienes que aferrarte a ella y no soltarla. Eso traté de hacer quince años atrás y gracias a dios me pude mantener. Jamás me imaginé todo el recorrido que tuve en la selección argentina, no lo voy a negar. Ha sido algo inimaginable, un sueño», confesó.
Con la selección mayor jugó una final de un Mundial (Brasil 2014) y cuatro de la Copa América (2004, 2007, 2015 y 2016). No ganó ninguna. En su palmarés sí relucen dos oros olímpicos, conseguidos en los Juegos de Atenas 2004 y Pekín 2008.
En los octavos de final de su último Mundial cierra su legado, a la espera de que Argentina acepte que necesita encontrar el reemplazo que no procuró para esta cita mundialista.
Hoy empieza la búsqueda de un ‘nuevo’ 5 con una sola exigencia: que tenga la implicación del ‘viejo’ Mascherano.