Alejandro Lodeiro – Sabor a poco, muy poco. Esa es la sensación que quedó en el paladar de los venezolanos tras otra doble contienda de eliminatorias en Conmebol. Un empate ante Bolivia y una dura derrota en casa ante Uruguay. Colombia se escapó, Ecuador mantiene distancia… Chile retomó protagonismo y Perú se metió en la pelea. Se apretó la tabla, los de siempre confirman sus candidaturas… ¿Y qué nos queda a nosotros?
Pelear, no hay otro camino. Pero vaya que la cosa pintaba mejor antes de estos partidos. Y no es para menos… Venezuela tenía cupo directo y le quedaban tres fechas en casa. Además, el equipo de César Farías venía envalentonado tras una sufrida victoria ante Colombia.
No fue malo el punto de La Paz. Más allá de que los otros resultados de la jornada no acompañaron, siempre es positivo sumar en la altura ante Bolivia. Pero el resultado dejó un sabor amargo. ¿Por qué? Porque Venezuela estuvo a menos de cinco minutos de llevarse la victoria. Por el trabajo realizado, por el desgaste, por las ganas que pusieron nuestros jugadores. Pero, como muchas otras veces, no fue suficiente.
El equipo de Azkargorta aprovechó una de las únicas que tuvo para sellar un pacto que no le sirvió a nadie. Así es el fútbol. Una distracción nos costó dos puntos. Y tal vez lo que dolió más no fue el resultado sino la forma. Digan lo que digan, fue error nuestro… Bien aprovechado por ellos. Y cuando preparábamos el festejo, la ilusión se nos escurrió entre las manos. Nunca mejor dicho.
Pero no hubo tiempo para sentarnos a reflexionar. Todos sabían que el partido más importante se jugaría cuatro días después en el estadio Cachamay de Puerto Ordaz. Y así nomás, lo dejamos pasar. Es lo que tiene esta eliminatoria, todos los partidos se juegan como una final.
Lo cierto es que Uruguay se presentaba como nuestro verdadero rival a vencer. Por su posición en la tabla, por nuestra condición de local y –sobre todo- porque una victoria significaría un golpe de nocaut ante un contendiente directo en la pelea por un lugar para el próximo Mundial. Necesitábamos ganar. Para confirmar que se puede, para dar un salto de calidad.
Pero Tabárez nos ganó la partida. Uruguay sorprendió con su planteamiento… Cedió el protagonismo, se paró bien atrás y usó el contragolpe como su arma principal. Sin Suárez ni Arévalo Ríos, los charrúas jugaron a otra cosa. No salieron a presionar, manejaron el partido a pesar de que la pelota la tenía su rival. Y, lo más importante de todo, a primera que tuvo la mandó a guardar. Tras el gol, nunca se desesperó. Respetó el libreto, una verdadera obra Maestra.
Sin lujos… Pero también sin sufrir demasiado. La Celeste dio el golpe en Venezuela y retomó su camino a Brasil 2014. La Vinotinto nunca encontró el camino. Contó con el sacrificio de Arango, la energía del Maestrico, el criterio de Lucena y las punzadas de Rondón. Pero no fue suficiente, nos quedamos cortos. Y esta derrota pegó fuerte, todos saben que no era un partido más.
Fue bueno el trabajo de la dupla Vizcarrondo-Túñez. Fue importante el esfuerzo de Rosales por la banda derecha. Fue destacada la actuación de Lucena junto a Rincón en la recuperación. Dani Hernández cumplió su labor. Cichero sufrió a Cavani, el autor del único gol. Seijas entró bien por la izquierda, Aristeguieta y Blanco no pudieron cambiar la situación. Feltscher estuvo lejos de su mejor noche, apenas participó. Extrañé a Josef, uno de los mejores jugadores de esta selección.
Los problemas de Venezuela son los mismos de siempre: poca generación, dependemos de un golazo de Arango o un cabezazo de Salomón. Y, para ser sinceros, necesitamos más.
Es largo el camino. Se ha sufrido y se ha disfrutado. Ahora nos toca reflexionar. Hay tiempo para preparar lo que viene, nada es imposible. Venezuela sumó un punto de seis jugados en esta doble fecha de Eliminatorias. Es un golpe duro, un freno a la ilusión. Pero tanto Farías como nuestros jugadores prometieron pelear hasta el final. Quedan 3 batallas: Chile, Perú y Paraguay.